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miércoles, 26 de octubre de 2011

ACOSO EN LAS AULAS (BULLYING) 1º Parte


Diversos estudios denuncian la violencia oculta en los centros escolares, por lo que la sociedad ha empezado a poner frenos en los comportamientos violentos e intimidatorios. El bullying o acoso escolar ya forma parte de nuestro mundo cotidiano, desgraciadamente. Un déficit en la educación familiar, la cada vez más escasa autoridad de los padres y la falta de recursos y estrategias por parte de profesorado son causas que explican este fenómeno creciente, que para algunos es sólo un “destapar” de algo que ha permanecido oculto.
Las burlas y mofas en el colegio siempre han existido. La crueldad en los niños es algo socialmente asumido, averiguar si esas “cosas de chiquillos” traspasan el límite de lo tolerable y deben ser atajadas de raíz es la cuestión que aquí se plantea. En mi opinión, hay que buscar las causas de esta situación en la educación familiar, en los discursos de aceptación de la violencia que promueve nuestra sociedad, en la poca cantidad de estrategias con que cuentan los profesores o en su falta de compromiso (sinceramente no creo que esto último suceda en la mayoría de los casos) y en buscar permanentemente soluciones a modo de parches.
Otro problema con el que se enfrenta la sociedad es el intercambio muy a menudo de los papeles en los tres protagonistas que hay en el acoso. La víctima puede actuar de tres formas fundamentalmente; primero, soportando hasta aislarse; segundo, reaccionando impulsivamente contra otros, pasando al lugar del acosador; y tercero, llevar a cabo una autoagresión como dejar de comer, comer en exceso, o bien, en casos extremos, suicidarse. En general, el fenómeno del acoso escolar se da entre varias personas hacia una sola. Normalmente los acosadores son personas con autoestima baja que carecen de estrategias a la hora de resolver un conflicto y que a su vez están recibiendo o han recibido una gran agresividad en su entorno. El acoso se suele convertir en un mecanismo de defensa para que los demás no perciban las debilidades del acosador.
Sería conveniente alertar a los padres sobre el comportamiento de sus hijos. Los colegios deberían recomendar prestar atención si se producen síntomas evidentes en el niño como trastorno del sueño o dolor de cabeza. Otras pistas pueden ser irritabilidad, depresión, nerviosismo, el que evite encontrarse con algún compañero o el que ponga cualquier justificación para no ir al colegio. Igualmente, las familias deberían estar atentas a otros factores si quieren comprobar si su hijo es un probable acosador o agresor; siendo un indicio una conducta rebelde, encararse con los padres o evitar responsabilidades. También se debe tener en cuenta si se ríe de los demás o tiene poca sensibilidad con los sentimientos de los otros, si busca llamar la atención o tiene compañeros conflictivos, y si en sus relaciones entre iguales se muestra dominante.
Me parece prioritario observar una serie de protocolos en los centros para prevenir e intervenir situaciones de maltrato. Los profesores deberían estar más atentos a cualquier indicio de que se está aislando a cualquier alumnos/a. Otras medidas importantísimas son trabajar mucho más la educación emocional desde la educación infantil hasta el final de la escolarización dentro de la tutoría. Personalmente, siempre me pareció muy interesante la formación psicopedagógica del profesorado, y que sería conveniente incentivar. Por otra parte, debemos tener en cuenta que cada vez vivimos en un mundo menos solidario y más individualista, con una creciente ausencia de valores. Buena parte de responsabilidad es de la familia y de la escuela, ya que de la relación entre ambas y de su relación con los menores, ha de surgir una educación en valores capaz de evitar conductas violentas en general y en el entorno escolar, en particular.
Es necesario que los maestros y profesores se hagan respetar, estableciéndose claramente lo que es la autoridad en la escuela, que es la diferencia con el llamado autoritarismo. Hay que establecer normas y asegurarse de que todo aquel que sea violento debe ser sancionado adecuadamente. Muchos docentes no es que miren para otro lado y eviten involucrarse en los problemas, lo que pasa es que no encuentran la forma de intervenir y toman la decisión de no hacer nada. Los Equipos de Orientación de los colegios observan cada vez más conductas violentas de los alumnos/as debidas a la escasa tolerancia a la frustración, a la dificultad para mantener la atención y aceptar normas y de la necesidad de una recompensa inmediata.
Muchos profesionales de la educación opinan que hay muchos padres que no transmiten valores, que tienen  poco tiempo para estar con sus hijos y que han perdido autoridad. El problema surge cuando los padres delegan toda la responsabilidad en la escuela sin dar la debida autoridad al profesor. Uno de los factores que influyen es la permisividad, los castigos sin sentido, el “azote” rápido y fácil que conlleva resultados rápidos pero no buenos aprendizajes. Otro problema de la sociedad de hoy es que los niños salen menos a la calle, tienen miedo a todo y se cierran en sus habitaciones produciéndose menos intercambios reales y más intercambios virtuales a través del Messenger, tuenti, facebook…
En numerosas ocasiones se confunde la violencia escolar y el acoso escolar, por lo que conviene tenerlos bien diferenciados. Se denomina violencia escolar a toda acción intencional que, dirigida a un miembro del sistema escolar, tiene como finalidad causarle daño. Puede ser de distintos tipos: maltrato físico, maltrato emocional (daños psicológicos), maltrato verbal (insultos, burlas, motes,…), maltrato económico (robos, chantajes, …), vandalismo ( deterioro de propiedades). El acoso escolar, sin embargo, son comportamientos reiterados e intencionados (matonaje escolar o, incluso, por su término inglés bullying) de intimidación, maltrato y/o aislamiento que recibe un alumno o alumna por parte de otros estudiantes y que atentan contra su dignidad. La diferencia está en que por violencia escolar se entiende cualquier tipo de violencia que se dé en el contexto escolar contra alumnos, profesores o propiedades, mientras que el acoso escolar implica un factor repetitivo que desemboca en la enemistad y la intimidación, y suele conllevar el aislamiento y la exclusión social de la víctima.
El objetivo del acoso es asustar, someter, intimidar, aislar, a la víctima, ya sea para obtener algo de ella, ya sea por la necesidad de agredir o destruir que tienen los acosadores. En definitiva, el acoso escolar es un tipo de violencia escolar,  pero a diferencia de ésta no es algo espontáneo y puntual sino que por el contrario es frecuente y prolongado en el tiempo. Para hablar de acoso deben cumplirse al menos tres de los siguientes criterios: las acciones son repetidas y deliberadas; la existencia de una o más conductas de persecución; el maltrato es cada vez más intenso y suele ocurrir en privado; la situación afecta a la vida académica, afectiva, emocional y familiar de la víctima; la víctima ve al agresor como más fuerte; la víctima se siente intimidada o excluida.

1 comentario:

  1. hola muy interesante contenido, me gustaria que escribieran algo referente a las sanciones disciplinarias en caso que ocurra bullying en una institucion. muchas gracias.

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